Tan importante como comprar la leña lo más seca posible, es mantenerla en las óptimas condiciones durante el mayor tiempo posible. La forma en la que guardamos la leña tiene una elevada influencia en el rendimiento que vamos a obtener de la misma.
Para que disfrutemos durante el invierno de nuestra estufa o de nuestra chimenea, la leña debe estar alejada de la humedad del suelo. Cuanto más blanda es la madera tiene más facilidad para pudrirse, pero podemos aislarla fácilmente y con poco presupuesto usando palets sobre los que colocaremos la leña.
La leña debe estar cubierta para que no le llueva o se moje. Lo ideal si disponemos de espacio suficiente es hacer un leñero cubierto. Nos ahorrará bastante dinero, ya que a mejor conservación de la leña, mayor poder calorífico y menor consumo.
La leña a la vez que cubierta y protegida de la lluvia debe estar aireada, los leñeros cubiertos pero abiertos por al menos un lateral o mejor por el frontal, son en nuestra opinión los más adecuados.
Cómo colocar la leña en el leñero
Se aconseja para un mejor secado, colocar la leña de manera que quede cierto espacio entre los troncos o maderos apilados.
Lo más adecuado es disponer la leña en el leñero por secciones:
- En una colocaremos la madera más gruesa y de más calidad, de manera que siempre tengamos claro cual es la más seca. Debemos ir cogiendo de más seca a menos seca. Lo habitual es que esta leña sea la que más espacio ocupe en nuestro leñero.
- Otra parte con astillas que nos sirvan para encender el fuego con extrema facilidad. Estas astillas se pueden obtener de palets viejos o de los restos que nos regale o venda algún carpintero.
- Y otra con madera de tamaño medio, procedente de tablones o palets (recordando que las maderas tratadas o barnizadas no se deben usar en calefacción). Este tipo de madera de tamaño medio y muy blanda aunque se consume rápidamente, proporciona bastante llama y mucho calor lo que la hace adecuada para calentar inicialmente la casa.
Finalmente deberíamos almacenar la leña ya cortada de manera que se adecue a nuestra chimenea o estufa. No hay nada más desagradable que tener que ponernos a preparar la leña cuando nos hace falta.
A nuestro vendedor de confianza le podemos indicar el tamaño que necesitamos y seguro que se adapta lo máximo posible, pero siempre quedan troncos y palos que no van a caber en la estufa. Justamente al recibir la leña es el mejor momento de terminar de cortarlos a medida.